La tercera ley de
reproducción asistida en sólo seis años obligará a los donantes a
demostrar que sus genes son aptos.
15 Noviembre 09 - Miguel
Carbonell
MADRID- El Gobierno prepara la que será la
tercera ley que regula el sector de las clínicas de infertilidad en poco
más de seis años, en cuyo borrador trabaja la Comisión Nacional de
Reproducción Asistida. Fuentes del mismo aseguraron que el borrador
incluye una serie de medidas encaminadas a garantizar la «calidad genética»
de los donantes de semen y óvulos.
Estas medidas consistirán en análisis de ADN más exhaustivos, como el
llamado de cariotiopo, una prueba cromosomática que permitirá detectar
anomalías congénitas ocultas en el donante. La Comisión del Ministerio
de Sanidad también planea implantar tests para detectar las «dos o tres
enfermedades genéticas más comunes», según dijeron las fuentes, como
la fibrosis quística, a fin de evitar que personas que porten la dolencia
transmitan los genes implicados cuando donen.
Genes sin defectos
La primera Ley de Reproducción Asistida, de 1986, fue modificada por el
Gobierno del PP en 2003, cuando proliferaron las nuevas técnicas de
reproducción asistida. Los socialistas la ampliaron en 2006, e incluyeron
el llamado diagnóstico genético preimplantacional, que permite
seleccionar un embrión sano fecundado in vitro antes de implantarlo para
asegurarse de que no desarrollará enfermedades hereditarias o para
permitir que done tejidos a un hermano enfermo.
La ley sólo permite aplicar esta técnica en casos excepcionales y de
enfermedades hereditarias incurables y precoces, a pesar de lo cual la
Comisión ha autorizado recientemente la selección de embriones libres de
cáncer de mama o de tiroides.
En la actualidad, las clínicas realizan pruebas básicas para detectar
enfemedades infecciosas o de transmisión sexual, como VIH, hepatitis, sífilis
y clamidia. Los donantes también deben responder a un cuestionario del
que se extrae una «historia clínica» con antecedentes personales y
familiares de enfermedades y trastornos. Por último, un psicólogo se
encarga de analizar la idoneidad del aspirante a donar semen u óvulos.
Técnicas mejorables
«Las pruebas que marca la ley son claramente mejorables», asegura Juan
Antonio García Velasco, vocal de la Sociedad Española de Fertilidad,
aunque con las técnicas actuales es muy difícil averiguar si un donante
va a propiciar que «su» descendencia desarrolle en el futuro alguna
enfermedad grave. «No hay manera de saberlo a ciencia cierta hoy por hoy;
quizá dentro de veinte años».
Algunas clínicas, como el Instituto Valenciano de Infertilidad, cuya sede
en Madrid dirige García Velasco, ya realizan algunas de las pruebas
contempladas en la futura ley, entre ellas el cariotipo o la llamada «prueba
de X frágil», que determina el riesgo de una forma leve de retraso
mental asociado a una permutación anómala del cromosoma X.
El presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, José
Bajo Arenas, criticó la inciativa al considerar que pruebas como la del
cariotipo «vayan a aportar mucho». En su opinión, este test «sólo
muestra traslocaciones groseras», es decir, no permite determinar la
presencia o riesgo de enfermedades futuras con precisión.
Aunque desde el Ministerio de Sanidad no confirmaron la noticia, sí
aseguraron que «se está preparando el borrador de real decreto» que,
entre otras cosas, va a desarrollar el primer Registro Nacional de
Donantes, que evitará que de una misma persona nazcan más de seis niños,
incluyendo los que decida tener en el ámbito privado.
Dejadez política
El registro es una exigencia de la Directiva Europea de Reproducción
Asistida –ya recogida en la primera ley de 1986–, que a día de hoy no
se ha implementado. «Es inconcebible que en un país que está en la
vanguardia mundial en infertilidad, tanto a nivel público como privado,
no tenga un registro estatal», asegura García Velasco. La «dejadez»
obedece a un «problema político, que los distintos ministros de Sanidad
han ido retrasando durante estos 25 años», señala.
Aunque la ley limita el número de descendientes de un único donante, las
clínicas «sólo podemos controlar cuántas veces donan o qué se hace
con sus gametos en nuestras clínicas, debemos confiar en su buena fe para
que no se vayan a la clínica de enfrente», explica el directivo del IVI.
«Sé que las donantes de óvulos no van de centro en centro repartiendo
óvulos, lo hacen una o dos veces en la vida, tres como mucho». Bien
distinta es la situación de los donantes varones, cuyo eventual
peregrinaje entre clínicas nadie controla –los datos de los distintos
centros no se cruzan– y cuyas muestras espermáticas se congelan y no se
utilizan hasta seis meses después.
En España se registran al año unos 10.000 nacimientos producto de algún
tratamiento de fecundación asistida (ver gráfico). De ellos,
aproximadamente uno de cada cuatro son múltiples (gemelos, mellizos o
trillizos), y sólo 352 nacieron tras un proceso de selección por diagnóstico
genético preimplantacional, según datos de 2006 recogidos por la
Sociedad Española de Fertilidad.
Para que esos 10.000 nacimientos llegaran a buen término, se realizaron
unos 80.000 ciclos o intentos de fecundación, que dieron como resultado
alrededor de 18.500 embarazos, de los que algo menos de 8.000 desembocaron
en aborto.
En todo el mundo, un estudio de la Universidad británica de Oxford cifra
en más de 250.000 los bebés nacidos al año tras un tratamiento de
infertilidad en alguna de las 1.563 clínicas especializadas que existen
en 53 países.
«Fuerte, sano y que tenga los ojos
azules»
En España, la donación de óvulos y espermatozoides es absolutamente anónima
y confidencial por ley. Donante y receptora jamás podrán conocerse. Además,
ésta no puede elegir qué tipo de «padre» o «madre» quiere, a pesar
de que «nos hemos encontrado casos de personas que piden a un hijo
fuerte, rubio y con los ojos azules», recuerda un experto en fecundación
in vitro. Aunque la elección «por catálogo» es imposible, sí se
intentan ajustar las características físicas del donante a las de la
pareja de la futura mamá, lo que se conoce como «aspecto fenotípico».
Por ejemplo, si la pareja de la receptora es de color, el donante también
lo será, siempre y cuando la clínica disponga de las muestras adecuadas.
Las mujeres que no tienen pareja suelen recibir óvulos o semen donados
por personas físicamente parecidas a ellas mismas.
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